lunes, 13 de agosto de 2012

17. Imperdonable


Imperdonable. Es la palabra que yo usaría para denominar a haber estado tanto tiempo sin escribir. Sé que ya he pedido disculpas en muchas ocasiones, pero ahora es distinto, me siento culpable, por no haber escrito, porque la verdad es que no ha sido por nada, simplemente por la pereza… y como mi madre decía… la pereza es la madre de todos los pecados.

Pero bueno, este tiempo me ha servido para una cosa, digamos, que tengo una excusa, aunque sea pobre. Me ha servido para ampliar las miras, pensar en cosas nuevas, y por supuesto hacerlas.

Además vamos a hacerlo un poco más complicado, a partir de ahora, y para celebrar que el blog haya cumplido un año (porque lo cumplió en Julio aunque no lo parezca y no dijese nada) voy a abrirlo, ahora no solamente contaré mi vida en las calles, sino que algún amigo también lo hará. Alguno me ha dicho que no tiene el valor, por así decirlo de escribir su historia así que saldrá por mis dedos, otros escribirán por si mismos, y yo… seguiré como siempre, arrodillándome cuando lo tenga que hacer y escribiendo cuando tenga un rato de descanso.

Hasta entonces, tendréis que esperar a que a alguno se nos en las narices ponga escribir. Un saludo a todos.

D. Lionfleur 

domingo, 29 de abril de 2012

16. ShA pUtItAh DeH VaLlEkAsH


Este fin de semana recibí la llamada de un cliente que me pedía ir a Vallecas. Fue muy claro en sus peticiones. Iba a ser para un trio, y tenía que llevar un riguroso código de vestimenta: chándal (daba igual el color), no podía llegar ni calcetines, ni calzoncillos y tampoco camiseta. El resto de mi indumentaria estaba compuesta por una gorra y una cadena de plata al cuello y una chaqueta con la que tapé la desnudez de mi torso. Quedé con ellos el sábado y llegué a la hora acordada a su domicilio.

Me abrió la puerta uno de ellos y entré. Me llevaron directamente al salón. La casa era la típica que podría salir en un reportaje de televisión cuando desmontan una red de tráfico de drogas. Había basura por el suelo, latas de cerveza por todas partes, colillas, cajas de pizza…

El que me abrió la puerta tomó asiento en un viejo sofá al lado de su compañero. Se presentaron como “el Jony” y “el Aitor”. El que me abrió la puerta fue el Aitor, llevaba una camiseta de tirantes negra y un pantalón de deporte corto, en sus manos llevaba un par de sellos de oro y del cuello le colgaba un cristo. El Jony por su parte llevaba sólo un pantalón de chándal blanco, sin camiseta  (lo cuál dejaba ver un pecho completamente depilado y con un tatuaje tribal sobre su pectoral derecho) y una gorra puesta hacia arriba. De su cuello colgaba un cordón de oro.

Estaban allí sentado fumando porros y bebiendo botellines de cerveza mientras me esperaban. Me invitaron a unirme a ellos, pero no a sentarme en el sofá, sino a ponerme de rodillas en el suelo. Por la pernera del pantalón el Aitor se sacó la polla y me ordenó que se la chupase. Tenía un buen pollón, un poco desviado a la izquierda, pero bien grande. Empecé a chupárselo y mientras lo hacía empezaron a decir que bajo ningún concepto se me ocurriese acercarme a ninguno de sus culos, que eran sagrados. Y que tampoco esperase que me la fuesen a chupar. Ellos no hacían esas mariconadas.

Mientras se la chupaba a uno, el otro empezó a sobarse el paquete y cuando la tuvo dura, se la sacó para que se la chupase también la de Jony no era tan grande como la del Aitor, pero tampoco eran ninguna tontería. Mientras lo hacía ellos seguían bebiendo, fumando y pajeándose.

Cuando se aburrieron de estar sentados se pusieron de pie y me acorralaron entre ambas pollas. Empecé a chupar a un lado y a otro, por turnos, indistintamente. Cuando me metía una polla en la boca el interesado me agarraba por el cuello y me la empujaba más y más dentro. El otro siempre se dedicaba a pajearse a pocos centímetros de mi cara y a darme golpecitos con la polla en la cara. De vez en cuando intentaban que se la chupase a ambos a la vez, pero era imposible, no me cabían las dos pollas.

En seguida ellos perdieron toda su ropa, pude ver como Aitor llevaba en su muslo izquierdo una letra china y debajo de su nalga una guirnalda de rosas y calaveras. Yo seguía llevando las deportivas y el pantalón del chándal, que ya no disimulaba mi erección. Estaban poniéndome cachondo.

Cuando consideraron que ya se las había chupado bastante, me hicieron ponerme de pie, me bajaron los pantalones de un tirón y de un golpe despejaron la mesa de café (llena hasta entonces de latas, cajas y un cenicero que desperdigó su contenido por todo el suelo) para que me pusiese a 4 patas encima. Mientras lo hacía, el Aitor se puso un condón y sin pensárselo dos veces me la metió de un caderazo hasta el fondo. Empezó a follarme mientras yo me quejaba, era bastante doloroso, me dolía el culo, pero él no paraba, me follaba agarrándome de la cadera para dirigir el movimiento de mi cuerpo, o de los hombros para hacer más fuerza al follarme. Jony, muy considerado, para acallar mis aullidos, vino y me metió la polla en la boca otra vez y empezó a follarme la garganta.

Pero yo no podía dejar de quejarme, me estaba destrozando el culo. Así que Aitor me la sacó me levantó y se sentó él sobre la mesa. Tiró de mi y me tumbó sobre sus piernas. Y empezó a azotarme mientras me decía “quéjate ahora puta, venga, quéjate ahora con razón”. Jony también se unió a los azotes. Ahora no me dolía el culo, me ardía. Además entre azote y azote iban intercalando algún escupitajo. Mientras lo hacían me metían en la boca una zapatilla sudada, no sabía de quién era.

Cuando mi culo estuvo lo bastante rojo para ellos, fue el turno de Jony, me la metió entera, también de un solo golpe y me empezó a follar bien fuerte. Lo único que cambió fue la postura, ahora estaba tumbado boca arriba. Con las piernas sujetadas por Aitor, que me iba metiendo la polla en la boca cuando doblaba un poco las rodillas. Empezaba a dolerme la polla… quería correrme.

Entonces sin previo aviso, Jony me sacó la polla del culo en medio de la follada. Y me hizo ponerme de pie. Me apoyó una pierna sobre la mesa y inclinó para que siguiese chupándosela a Aitor, que ahora que tenía las manos libres se había abierto una cerveza. Mientras se la chupaba a uno, el otro se agachó y empezó a comerme el culo. Fue bastante intenso, y me alivió el dolor que me habían dejado. Mientras Jony me lo comía Aitor empezó a soltar chorritos de cerveza sobre mi espalda, que Jony recogía y se tragaba. Así estuvimos un rato, hasta que Aitor se acabó la cerveza.

Entonces ambos se incorporaron y me hicieron ponerme en cuclillas entre ellos. Empecé a chupársela otra vez como al principio, alternando entre uno y otro, hasta que no pudieron más y empezaron a correrse sobre mi gorra y mi cara. Descargaron potentes chorros de lefa entre aullidos de placer. Cuando se corrieron yo también me pajeé y me corrí enseguida. Había estado durante todo el polvo sin tocarme y ya no podía más.

Cuando acabamos, aún cubierto de lefa me invitaron a una cerveza y me pagaron; después me permitieron darme una ducha antes de emprender el camino a casa. 

domingo, 22 de abril de 2012

15. Tomad y bebed todos de él.

Hace poco tuve un cliente muy especial. Me llamó y me pidió mis servicios para perder su virginidad. Decía que tenía que ser un día en concreto y que no podía esperar. Así que quedé con él y fui hacia su domicilio. Me pidió la mayor de la discreciones, es más me pidió que llevase puesto pantalón y camisa negra.

Me vestí como me pidió el cliente y allí me presenté. Me abrió la puerta al primer timbrazo. Estaba vestido de escrupuloso negro y llevaba un alzacuellos muy blanco que resaltaba mucho más debido a su indumentaria. Se llamaba Nacho. Era un seminarista de unos 24 años, y me dijo que siempre había sentido ciertos deseos carnales y que quería desahogarse antes de hacer sus votos y de sentirse tentado a incumplirlos. Era la primera vez que me acostaba con alguien del cuerpo eclesiástico.

Nos sentamos en un sofá de su salón. Se notaba que estaba muy nervioso, le temblaban las manos. Así que lo que hice primero fue tranquilizarle, y decirle que no se preocupase que haríamos lo que él quisiese, y que se tenía que relajar. Dicho esto, le besé. Al principio en la mejilla y después en los labios. Él me dejó, hasta me metió tímidamente la lengua.

Empecé a acariciarle el pecho, estaba fuerte el santito. Empecé a desabrocharle los botones de la camisa mientras le acariciaba y le besaba. Él me iba dejando, incluso se quitó el mismo el alzacuellos. Empezaba a estar muy caliente y a relajarse. Acabó quitándose la camisa. Debajo llevaba una camiseta de tirantes blancas y una cruz de plata colgada del cuello. Se abalanzó sobre mi y empezó a besarme y a meterme mano, me desnudaba rápida y torpemente, se notaba que no estaba acostumbrado a desnudar a otro hombre. En seguida volaron por los aires mis pantalones, camisa y me quedé en calzoncillos.

Me zafé de sus manos y me arrodillé, para desabrocharle los pantalones y bajárselos, debajo de ellos llevaba unos calzoncillos short de cuadros, que marcaban claramente una fuerte erección. Le saqué la polla por el hueco para mear y empecé a chupársela. Nada más metérmela en la boca, empezó a gemir como un loco. Era la primera vez que se lo hacían y no estaba acostumbrado a que una lengua le lamiese el capullo. En seguida me pidió que parase o se correría. Obedecí y me puse de pie.

Yo también estaba empalmado por entonces y me bajó los calzoncillos de un tirón y se lanzó a chupármela, al principio torpemente, pero en seguida le indiqué como hacerlo y mejoró bastante. No lo hacía mal el chaval. Lamía desde la punta hasta la base, se entretenía un poco jugueteando con los huevos y volví a subir a la punta, metiéndoselo casi hasta el fondo de la garganta. Al principio le dejé hacer sin decir nada. Pero cuando pasó un rato le agarré la cabeza con las dos manos y empecé a follarle la boca. al principio puso un poco de resistencia, que en poco tiempo se volvió sumisión, para que no pudiese escapar me puse de pie sobre el sofá, con él sentado entre mis piernas un tanto flexionadas para que llegase a mi polla. Empecé, entonces, a bombearle y a follarle la garganta.

Cuando me cansé me bajé del sofá y le indiqué que se incorporase. Le bajé los calzoncillos y le hice ponerse mirando a la pared, de rodillas sobre el sofá. Yo me agaché y empecé a comerme el culo. Al principio con suaves lametones, y después poco a poco taladrando con la lengua. Sólo escuchaba como gemía, y me pedía más. Estaba dilatándose muy rápido, y a los pocos minutos podía meterle la polla sin el menor problema. Así que le dije que esperase un momento que iba a coger un condón de mi pantalón.

Él me lo impidió, dado que no creía en el uso de preservativo, porque el papa lo desaprobaba. Yo le dije que no era lo más sabido, dado mi trabajo y la cantidad de hombres con los que me acuesto, pero él me dijo que no le importaba. Que se lo hiciese a pelo. Me costó decidirme, así que lo hice. Se volvió a poner en la misma postura. Y yo me puse detrás de él. Empecé a hacer presión con mi capullo en su culo, y sin darme a penas cuenta mi polla entera entró en su culo. Como ya he dicho estaba muy abierto. Y no me costó nada de esfuerzo.

Lo agarré de la cadera y empecé a darle, él gemía y gemía a cada embiste mio sus suspiros eran más fuertes. La verdad es que yo también estaba disfrutando mucho de la experiencia. Empecé a bombearle más fuerte, a lo que respondió con una serie de llamamientos al señor “ohh dios” “ohh dios mio” “cielo santo”… cuando me cansé de tanto santo y dios. Le saqué la polla y me senté en el sofá. Le indiqué que se sentase encima de mi.

El obedeció al segundo, se sentó sobre mi polla y me agarró por el cuello. Empecé a follármelo, mirándole a los ojos. El me evitaba la mirada, le daba vergüenza, pero yo le sujeté la cabeza y le tapé la boca. sabía que en esa postura lo que sentía era mucho más intenso, porque mi polla se le estaba clavando completamente dentro de él. Me estaba poniendo super cachondo de ver cómo botaba la cruz que llevaba colgando del cuello, cada vez que le cueleaba. Pero notaba que él estaba aún más cachondo, tanto que poco tiempo vi como abría los ojos como platos, y echaba la cabeza hacia atrás a la vez que emitía un sonoro orgasmo y se corría sobre mi, sin haberle tocado.

Pero aún no habíamos terminado, le puse a 4 patas sobre el sofá, con la cara contra los cojines de los asientos. Y seguí follándomelo. Bien fuerte y duro. Él gemía sin parar. Se notaba que le gustaba porque enseguida recuperó una erección.

Yo estaba a punto de reventar, era una situación muy morbosa. Pero decidí hacerla más morbosa aún. Vi que tenía un espejo que cuerpo entero junto a una estantería en el salón, así que le hice ponerse de pie e ir hacia el espejo. Le apoyé ambas manos contra el cristal. Y se la volví a meter de un solo golpe. Mientras me lo follaba, él lo veía en el espejo, y yo le veía a él y a su cruz penduleante; le agarré la polla y empecé a pajearlo…

Sus suspiros y gemidos volvieron a hacerme cada vez más intensos. Así que decidí follármelo más fuerte para correrme antes que él. Y así fue. Me corrí dentro de él abundantemente, pero no se la saqué. Seguí con ella dentro, ahora solamente quería que la sintiese dentro de él. Mientras le pajeaba con una mano mientras que con la otra esperaba su corrida para recogerla. La espera no se alargó mucho, se corrí sobre mi mano con fuertes y potentes lechazos. Y un sonoro “Dios” que llenó la habitación.

Aún con mi polla dentro le hice lamerme la mano y tragarse toda su corrida. Lo hizo a la perfección, lamiéndome entre los dedos y metiéndose uno a uno todos en la boca.

Después le saqué la polla del culo, y me fui hacia el sofá para vestirme. Cuando estaba llegando me preguntó si podía volver a chupármela, que quería que me corriese mientras se la chupaba. Le dije que no tenía ningún problema y me senté en el sofá. Y él vino a gatas hacia a mí. Así, de rodillas, empezó a chupármela, tal y como había aprendido un rato antes. Tragándosela entera y pajeándome. Lamiéndome los huevos y masajeándomelos. Era una delicia. Cuando pasó un rato, empecé a pajearme mientras él me chupaba el capullo. En esa situación no tardé en correrme. Tengo que admitir que fue un poco cabrón porque no me corrí en su boca, en el último segundo se la saqué de la boca y me corrí en su cara, manchándole el pelo y pringándole entero.

Después de eso se limpió, nos dimos una ducha cada uno, me invitó a un café y me pagó. Me contó que quería hacerlo antes de ordenarse sacerdote definitivamente y abrazar el celibato por completo. Cuando nos acabamos el café, me despedí, me agradeció el polvo y fui.  

martes, 3 de abril de 2012

14. Y punto en boca

Este relato es otro de mis historias de juventud universitaria (que últimamente me parece que fue hace cientos de años).

Como todos sabéis en la universidad se conoce gentes de todas partes tanto estudiantes que vienen de fuera (como era mi caso) y que viven en residencias o pisos y estudiantes de la propia ciudad, o sea de Madrid. Como estudiante hice amigos de varias partes, y uno de mis mejores amigos fue Iván, un chico moreno, fibrado, con el pelo siempre rapado y con varios tatuajes. Nos contábamos todo, de hecho fue la primera persona a al que le dije que me estaba prostituyendo. Al principio él flipó un poco, pero al poco se le pasó, y lo entendió.

A Iván le gustaba mucho la fotografía y su padre (que era un tío de pasta) le había montado una especie de estudio fotográfico en casa. Un día hablando me dijo que por qué no me hacía fotos un poco más subidas de tono para que las usase para darme a conocer por ahí. A mi no me pareció mala idea, y de todas formas si alguien me tenía que hacer fotos así Iván era el mejor porque nos habíamos visto los rabos de todas las formas posibles mil veces, así que ni él se iba a asustar ni yo me iba a sentir incómodo.

Así que me desnudé e Iván se dedicó a hacerme fotos desde todos los ángulos, en todas las posturas, con la polla dura, blanda, con ropa interior, sin ropa interior, dejándome ropa suya… todo lo que se le ocurría lo hacíamos.

Después de la sesión nos hicimos una paja, y ahí quedó la cosa. A los pocos días Iván me pasó las fotos y me dediqué a escoger y a utilizarlas.

Un día, fui a casa de Iván para buscarle para ir al gimnasio, porque él vivía cerca de uno bastante bueno y barato, y solíamos ir juntos allí. Llamé al timbre y me abrió su padre. Un hombre bastante serio, pero no excesivamente mayor, tendría unos 45 años, siempre vestido de traje, con la barba de tres días arreglada, se podría decir que tenía un punto atractivo.

Me dijo que Iván estaba haciendo un recado que iba a tardar un ratillo, que me quedase allí a esperarle. Me ofreció un refresco y me senté en el salón para tomármelo. Al poco vino él y empezamos a charlar. La conversación iba normal: universidad, familia, amigos, fiesta… y de repente sacó el tema del trabajo. Me dijo que si tenía alguna manera de conseguir dinero y tal. Obviamente le dije que no. Y me miró extrañado “qué raro que un chico tan guapo como tú no trabaje por las noches en una discoteca o algo así, sacarías un buen dinero”.

Mis manos empezaron a sudar y me empecé a poner nervioso, porque sabía que todo aquello iba con segundas, pero no sabía por qué, o a dónde quería llegar con aquello. La conversación siguió y yo cada vez estaba más nervioso, hasta que no sé por qué sin darme cuenta me tiré la coca-cola empapándome los vaqueros. Inmediatamente el padre de Iván fue a por un trapo a la cocina para secarme. Cuando volvió empezó a pasarme el paño por el pantalón y al poco empezó a decir: -vaya pues tienes buenas piernas, bien musculadas y duras, si si, muy buenas piernas-.

Yo me puse rojo, a lo que él añadió: -no te preocupes bobo, no pasa nada, ya te he visto desnudo-

En ese momento ya si que se me encogió el corazón y los huevos

-claro en las fotos que te hizo mi hijo, estabas muy bien, tienes muy buen cuerpo, sí, podrías enseñármelo a mi también ¿no?

Yo no me podía mover, así que él cogió la iniciativa y me bajó los pantalones de un tirón, después se incorporó me quitó la sudadera y de un tirón desgarró la camiseta que llevaba. Allí estaba yo, en calzoncillos delante del padre de mi mejor amigo, y porque él me había desnudado. No sabía qué hacer… Él cogió y me metió la mano dentro de los calzoncillos y empezó a sobarme el rabo, yo empecé a empalmarme, y entonces él se puso de rodillas me bajó los calzoncillos para empezar a chupármela. La verdad es que lo hacía muy bien, pero yo seguía sin saber qué hacer o decir.

Cuando se cansó, no tardó mucho, se puso de pie y me dijo: -ahora te toca a ti, vamos a ver si vales para puta o no-. Acto seguido me hizo ponerme de rodillas y se bajó la bragueta para sacarse el rabo. Era más gordo que largo, circuncidado y dejaba ver un poco del vello púbico depilado, los huevos eran grandes y colgantes.

Yo miraba la polla anonadado, todavía seguía descolocado sin saber qué hacer. Él que se dio cuenta empezó a darme pollazos en la cara y a decirme, como no abras la boca y empieces a chupar, nos va a pillar así mi hijo y no creo que quieras eso. Al final abrí la boca y él de un golpe de cadera me la metió entera, era mucho más grande dentro de mi boca que a simple vista. Él otro me follaba la boca como si no hubiese mañana, yo intentaba tomar aire cada vez que me la sacaba, pero me resultaba muy difícil, además se notaba que a él le molaba dominarme incluso la respiración.

Estuvimos un rato así, hasta que me hizo subirme al sofá y apoyarme con las manos en el respaldo, dejando mi culo mirando hacia él. Él se quitó la americana y se sentó a mi lado. Empezó a jugar con uno de sus dedos en mi culo, metiéndolo sacándolo, haciendo más o menos presión. No estaba utilizando nada de lubricante, ni si quiera saliva y a mi me molestaba, pero tengo que admitir que la situación me estaba poniendo y empecé a gemir. Acto que me fue recompensado con un azote (que casi me parte el culo) y las palabras: -ya sabía yo que esto te gustaba zorra-.

Se incorporó, se pudo un condón y fue directo a clavármela en el culo. Al principio disfruto un poco de hacer presión con el capullo, pero se aburrió rápido de que no dilatase y me la empujó entera dentro. Creo que pocas veces he pegado un alarido como aquel, notaba como me ardía el rabo dentro de mí, sin parar los movimientos de cadera. Era una polla inmensamente gorda dentro de mi culo sin dilatar y si lubricar. Estuvimos así un rato mientras me follaba me tiraba del pelo para mantenerme en la misma postura y que no me moviese. Finalmente me la sacó y se sentó en el sofá, me miró y me hizo sentarme encima de su polla y apoyarme en la mesa de café mientras él me embestía. Menos mal que mi culo ya estaba abierto y no me dolía tanto, y empecé a disfrutar mientras me follaba, intenté meneármela mientras él seguía y cuando me vio me azotó mucho más fuerte que la primera vez para que dejase de hacerlo. 

Me hizo bajarme de la polla, y tumbarme boca arriba el en sofá, me levantó las piernas se las puso sobre los hombros y me la volvió a meter. Mientras me follaba me dijo:-osea que quieres jugar también no?- y empezó a meneármela. Yo ya no podía parar de gemir, y cuando estaba a punto de correrme, dejó de masturbarme. Casi me muero porque no me dejó llegar, siguió follándome y al poco me la sacó, se quitó el condón y vino hacia mi cara. Me obligó a abrir la boca y se corrió por toda mi cara y toda mi boca. 

Cogió mis calzoncillos del suelo y me volvió a agarrar la polla. Volvió a masturbarme mientras me que con la otra mano me metía dedos por el culo. No tardé mucho en correrme, pero una vez me corrí, él siguió otro poco, le gustaba joder. Me limpió su lefa de la cara con los calzoncillos y me los metió en la boca para que saborease el semen de los dos. 

Después me puso los calzoncillos, pero antes de que me dejase ponerme los vaqueros otra vez, se volvió a sentar en el sofá y me hizo que pusiese delante de él, agarró con cada mano una esquina de la parte de atrás de los calzoncillos y los rasgó. Como último recuerdo me escupió dentro del culo y con 2 dedos me lo metió hasta el fondo. 

Se volvió a poner de pie, delante de mi. Ahora me parecía mucho más grande que antes. Me agarró de las pelotas y me dijo al oído: -se que eres puta, se que mi hijo sabe que eres puta, pero nunca le vas a decir que nos hemos acostado, sobre todo porque esta es la primera de muchas, a partir de ahora vas a ser mi putita, ¿te ha quedado claro? y como le digas algo a mi hijo de esto... en fin... no creo que haga falta que te diga lo que va a pasar, ¿verdad?- yo asentí levemente.

Pero él me volvió a coger la cara me dijo: -a partir de ahora, quiero te traigas estos calzoncillos siempre que quedemos, y no se te ocurra lavarlos-. Dicho esto me metió un billete en el paquete y me dejó vestirme. Lo hice lo más rápido que pude, y salí corriendo de casa de mi amigo, no pensé en que había quedado con él ni nada, simplemente necesitaba salir de allí, había pasado mucha tensión. 

Y como dijo el padre de mi amigo, esa fue la primera vez que me folló de otras muchas, y algunas de ellas, no me folló solamente él. Pero esas historias quedarán para otro relato. 

Un saludo

D. Lionfleur

domingo, 11 de marzo de 2012

13. Cerdo en chándal

Hace unas semanas fui contratado por otro hombre. El tío no era de muchas palabras, tenía claro lo que quería y cómo lo quería. Así que acordamos cómo, cuándo y dónde sería nuestra cita y se acabó. La verdad es que era muy escueto todo, se notaba que había estado con prostitutos antes y hacía las cosas de forma directa y sin dar rodeos, tal y como a mi me gusta.

Me pidió que apareciese en su casa vestido de chándal, sin ropa interior y a poder ser después de haber sudado. Me dijo que le iba mucho el cerdeo, así que me preparase. Cuando llegase a su casa y llamase al timbre de la puerta tenía que ponerme de rodillas y entrar a gatas.

Y así lo hice. Llame al timbre y me agache. Al poco un hombre robusto, que se notaba que había pasado mucho tiempo en el gimnasio pero que lo había dejado también hacía algún tiempo, por la cantidad de músculos descolgados, abrió la puerta. Tenía una pinta desaliñada, pelo más o menos cano, los abdominales se empezaban a concentrar en uno solo, grande y redondo. Yo le echaba unos 40 años.

Me hizo una señal para que entrase (a gatas) y le seguí hasta el salón. Él se sentó en un sillón de cuero y se quedó mirándome. Me hizo una seña para que me acercase un poco más. Me agarró del pelo y me escupió a la cara, añadiendo “espero que valgas el precio tienes putita”, y me besó. Me empujó la cabeza hacia sus zapatillas para que se las quitase. Estaban viejas, rotas y olían a sudor. Cuando se las hube quitado me obligó a meter la cara en ellas diciéndome que esto era un verdadero regalo y que tenía que agradecerle que me dejase oler sus zapas. De un golpe me tiró de espaldas al suelo y se levantó. Vino hacia a mí y me puso un pie en la cara y haciendo fuerza para metérmelo en la boca. No hace falta que diga que le olían los pies a sudor rancio, se notaba que llevaba sin cambiarse de calcetines unos días. Le chupe los calcetines hasta que estuvieron bien mojados. Entonces, el tio se los quitó y me los metió en la boca justo después de escupirme. Y me puso cinta aislante para que no se me saliesen.

Me volví a poner a cuatro patas el tio me azotó fuerte y me dijo que iba a mirar cómo estaba la mercancía. Así que empezó a meterme mano. Pareció que le gustaba el tamaño de mi paquete y la forma de mi culo porque empezó a meterme la mano por dentro del pantalón para tocarme en profundidad. Me hizo subirme a la mesa del comedor y me bajó los pantalones dejándomelos por las rodillas. Acto seguido metió su cara entre mis nalgas para comerme el culo. Iba alternando lamidas y golpes de lenguas con azotes, en una y otra nalga. Me dijo que hacía tiempo que no encontraba un culito como el mío. Sacó la cara de mi culo y se fue hacia un cajón cuando volvió me puso un antifaz para que no pudiese ver nada. Y empezó a decirme que esperaba que se me diese bien dilatar porque si no lo iba a pasar un poco mal. Me soltó otro azote el culo y empecé a escucharlo hacer un sonido bastante desagradable que solamente he escuchado hacer a mi abuelo cuando iba a escupir. Y efectivamente escupió en mi culo. Dijo que él pasaba de usar lubricante, que Dios nos había dado saliva y mocos para esas cosas. Seguidamente noté como algo bastante ancho empezaba a hacer presión en mi culo intentando entrar. Yo no sabía cómo de grande era, pero sabía que el tío no iba a esperar a que dilatase, más que nada porque le notaba como iba empujando con más y más fuerza. Así que me relajé y al final entró. Era enorme un plug que poco más y me destroza al entrar del todo. Pero no podía gritar porque tenía la boca llena de calcetines sudados.

-vaya, ¿no te ha gustado? ¿no estás empalmado? Eso no me gusta, voy a tener que ponerle remedio.

Con esas palabras empezó a sobarme la polla, como si fuese la teta de una vaca, más que masturbarme me estaba ordeñando. Y como es bien sabido, el roce hace el cariño y me acabé empalmando.

-así me gusta, y ahora para que no se te baje esto… así muy bien. Y me colocó un cockring, el más apretado que he llevado nunca… notaba mi polla a reventar.

Se acercó hasta mi cara y dijo –pues a mi si me está gustando esto mira- se bajó el pantalón y empezó a pasarme todo su paquete por la cara. La polla le olía mucho peor que los pies. Me daban arcadas de pensar que tendría que meterme eso en el culo y mucho más si pensaba que lo tenía que hacer con la boca. Se acabó sacando la polla de los calzoncillos y empezó a darme pollazos en la cara –¿la sientes? ¿te gusta? Seguro que ya estás pensando en cómo te voy a follar, pero sólo si eres una putita buena. Me quitó la mordaza improvisada y me metió la polla en la boca. Empezó a follarme la garganta sin compasión, me costaba respirar y no ahogarme. Me daban arcadas y si intentaba sacármela él hacía más fuerza. Notaba como se me iba cayendo la saliva de la boca porque no podía tragármela. Cuando se cansó me hizo bajar de la mesa y ponerme de rodillas en el suelo con la boca abierta. En ese momento me puso una mordaza especial para mantener la boca abierta. Me volvió a escupir en la boca y me hizo tragarlo. Me quitó el antifaz y pude verle completamente desnudo, con la polla dura y mirándome. Me puso unos grilletes en las manos en la espalda y me dio una patada en el plug que noté bien dentro. Volvió a ponerse delante de mí y me regalo otro par de lapos en la cara. Y me ordenó que no me moviese. Empezó entonces a mearme entero, desde la cara a la polla, el pelo… acabé completamente empapado de su meada, y parecía que no acaba nunca. Era un chorro potente que acabó dirigiendo a mi boca, yo dejaba que se escurriese fuera, pero cuando se dio cuenta me ordenó tragármelo diciendo que era oro líquido y que tenía que guardarlo para mí. Cuando acabó me metió la polla en la boca para que le limpiase el capullo y volvió a follarme la boca. iba alternando las embestidas con escupitajos en la cara, en la boca, en el pelo…

Cuando se cansó vino a mi espalda y me empujó, lo hizo con tanta fuerza que me caí de cara al suelo, una buena hostia me pegué, la verdad. Me quitó el plug de culo, lo cual fue un alivio y volvió a “ordeñarme” con una mano mientras que con la otra me iba metiendo dedos en el culo y me escupía.  Cuando se cansó de meterme dedos, me los sacó y empezó a darme golpecitos en las pelotas y a agarrármelas y a tirar. Yo no hacía más que quejarme, empezaba a ser insoportable.

-no pienso parar de sobarte la polla hasta que te corras, que lo sepas.

Siguió y siguió y de tanto roce ya no pude más y me acabé corriendo. En ese momento él se puso un condón recogió toda la corrida y se la puso en la polla. Y de un golpe me la metió hasta el fondo. Se me saltaron las lágrimas del dolor, el tío embestía y embestía y mientras me azotaba con todas sus fuerzas. Yo le escuchaba resoplar y me dolía el culo tanto por sus embestidas como por sus azotes. Al final acabó corriéndose dentro de mi y se dejó caer encima de mi. El peso era brutal, le escuchaba respirar.

-¿te gusta mi polla dentro de ti verdad?  

Yo empezaba a notar cómo le bajaba la erección. Acabó sacándomela del culo, se quitó el condón lleno de lefa, y lo escurrió sobre mi cara y mi pelo, y me lo extendió con la mano por toda la cara. Me escupió otra vez en la boca y me quitó la mordaza.

Me soltó las manos y me dijo que cogiese mi dinero y me pirase. Miré encima de la mesa y vi que el muy cabrón había dejado el dinero debajo de mi mientras me follaba la garganta al principio y por lo tanto estaba cubierto de saliva. Lo cogí como pude y le pregunté si me podía dar una ducha.

Me miró y añadió: -¿te crees que esto es un hotel? Vístete y lárgate puta.

Así lo hice, me puse el pantalón, y cuando salí de la casa me quité la camiseta que no me había quitado y estaba aún empapada de meado. Y me tapé con la chaqueta y el abrigo. Por suerte llevo siempre un bote de desodorante de viaje en el abrigo, me rocié y llamé a un taxi.

Cuando llegué a casa me di 3 duchas seguidas hasta que me sentí limpio. 

domingo, 26 de febrero de 2012

12: Heteros Curiosos (II): Compartir es Vivir

Las Navidades, fechas en las que los valores como la amistad y la fraternidad están más que nunca en el ambiente ocurren cosas de lo más curiosas. Este es el caso de la historia que hoy nos ocupa.

Muchos jóvenes de la capital se dedican a organizar fiestas de despedida, y cenas antes de abandonar la ciudad durante las Navidades. Esta no es más que una simple excusa para emborracharse y hacer locuras con los amigos, lo mismo que hacen el resto del año pero con la excusa de que será la última borrachera conjunta antes del Año Nuevo.

Bueno, pues se pusieron en contacto conmigo un chico diciéndome que le gustaría que fuese a su casa para una de estas fiestas. En teoría se trataba de una cena entre amigos (heterosexuales) y sin novias ni chicas, y que luego desencadenaría en copas y fumar maría. El que me contrató me dijo que él era bisexual y que sus amigos aunque no lo fuesen con un par de copas de más se bajarían los pantalones sin problemas. Y que él lo que quería, en principio, era montar un numerito tipo Circle of Jerk.

Yo sólo tenía que ir a la fiesta, hacerme pasar por un amigo hetero y cuando todos estuviesen un poco cocidos insinuar que quería chuparle la polla a alguno y lo demás vendría rodado.

Llegué a la casa justo cuando habían terminado de cenar, el ambiente era, como ya había esperado, prácticamente irrespirable, lleno de humo de tabaco y porros, mezclado con un olor fuerte a alcohol y sudor de hombre. Eran unos 5 tios, de entre Tenía su punto de morbo.

Me sirvieron una copa y estuvimos un rato de cháchara, mientras bebíamos… el tiempo iba pasando y se iban apalancando cada vez más en el sofá. Alguno empezaba a desabrocharse el cinturón (típico después de la comilona), otros se quitaban la corbata… mi estrategia fue la de sobarme el rabo disimuladamente para ponérmelo duro. Cuando ya lo tenía bien duro, el tio que tenía sentado al lado se dio cuenta (lógicamente) y me preguntó que por qué tenía el rabo tieso. Le contesté que a mi fumar maría me la ponía dura, y se rió añadiendo: -a mi también-, mientras se agarraba el paquete con la mano. En ese momento llegaba otro chico al sofá y dijo que qué coño estaba pasando. Y “mi amigo” le contestó que estábamos hablando de pollas, que si se quería unir y enseñarnos a su pequeño acompañante. El tio se rió y se bajó los pantalones, dejando al aire a “su pequeño acompañante”. Tenía una polla de tamaño medio y completamente depilada, y aunque no estaba erecta, cuando se bajó los pantalones empezó a crecer sola. Yo me quedé mirando y el dueño me preguntó: -¿tanto te gusta que no apartas la mirada? Puedes darle un besito si quieres. Contesté a su invitación metiéndomela en la boca y empezando a hacerle una mamada. El tio se quedó flipado y empezó a gemir. El de mi lado empezó, entonces, a sobarme el paquete y se terminó sacando la polla para meneársela. Aproveché entonces para, mientras se la chupaba al otro, agarrársela y masturbarle yo.

Mientras el que me contrató se acercó con la polla fuera, mientras se la meneaba, y cuando llegó a mí, empezó a darme pollazos en la cara para que se la chupase, pero no podía porque ya tenía un polla en la boca, así que empecé a masturbarle con la mano que me quedaba libre.

Los otros dos tipos que quedaban se limitaron a seguir bebiendo y a hacer algún que otro comentario homofobo mientras los otros 4 estábamos a lo nuestro. Así que terminé ignorándoles.

Mientras se la seguía chupando a los 3 que tenía delante uno de ellos tuvo la idea de que me pusiese en medio del salón de rodillas. Los demás aplaudieron la idea y me moví al centro de la habitación y seguí chupándoles las pollas. Entonces un tio empezó a sobarme el culo y a meterme la mano por el pantalón buscando mi agujero. Me terminó incorporando para bajarme los pantalones, y una vez tuve el culo al aire, este no se lo pensó dos veces y me la metió hasta el fondo. Yo me limité a soltar un alarido de dolor, porque no estaba para nada preparado. Y seguí haciendo lo que estaba haciendo. Los 2 tios que se quedaron al margen al ver que empezaban a follarme se acercaron y me hicieron que les sacase la polla de los pantalones. Lo había conseguido, tenía un puñado de heteros con el rabo fuera.

Entonces mis queridos amigos empezaron a follarme de uno en uno, pasándome como si fuese un vulgar porro. Iba chupándosela y me follaban por turnos. Mientras que giraban y me ponía boca arriba o a 4 patas, posición que solían acompañar con azotes aleatorios.

Yo estaba muy cachondo, pero cada vez que se me ocurría tocármela para pajearme me decían que les parecía horrible que estuviese disfrutando, que ellos solamente lo estaban haciendo como si se hiciesen una paja. Y me prohibían que siguiese pelándomela.

En cierto momento uno de ellos hizo que me pusiese me incorporase un poco para tener acceso a mi culo, y sin mediar palabra me la metió de un solo golpe, intenté quejarme, pero no pude, tenía la garganta ocupada por una de las pollas. Siguieron turnándose mientras me follaban la boca y el culo. De vez en cuando alguno de ellos me llamaba zorra, o marica mientras me seguía follando, o me soltaban algún azote mientras añadían “así es como te gusta, ¿verdad zorra?

Estuvieron así durante una hora más o menos, cuando me dieron que me quedase de rodillas otra vez. Formaron un círculo a mi alrededor y empezaron a pajearse todos a la vez. Hasta que empezaron a descargarse sobre mi cara. Según se iban corriendo me la metían en la boca para que les limpiase los restos de semen que les quedaban. Cuando el último se corrió, yo tenía la cara completamente pringada y me dieron permiso para que me pajease. Me corrí de forma casi instantánea.

Fui al baño para darme una ducha y limpiarme. Me vestí y cuando me puse el pantalón encontré un sobrecito con el dinero que habíamos acordado el chico que me contrató y yo.

Volví al salón donde los demás también se habían vestido y se estaban preparando otro cubata, me invitaron a quedarme y me uní a ellos. durante ese rato de charla uno de ellos se acercó a mi me dijo que conocía mi “secreto” que había visto mi foto en internet y que le gustaría quedar conmigo. Pero que nadie se podía enterar porque tenía novia y que sólo quería follar conmigo de vez en cuando. Me dio su teléfono para quedar otro día. Y al rato me fui. 

domingo, 5 de febrero de 2012

11. Tempus Fugit

Hace un tiempo uno de vosotros, mis lectores, me mandó un privado por Twitter al que voy a responder ahora mismo. Este decía algo así como “parece que solamente te acuestas con tios buenos, todo el mundo parece perfecto en tus relatos”. Bueno, pues la verdad es que no es así, pero como comprenderéis, internet, como todo en este mundo, se trata de vender, y es complicado venderte, aunque sea lo que publicas si no das algo de “carne”. Por eso mis primeras historias han sido así, con tios buenos, porque ayuda a atraer lectores, pero en realidad en mi trabajo, como es lógico que penséis encuentras bastantes más tipos de personas.

Uno de estos tipos me lleva exactamente al más obvio y que mucha gente de mi entorno alguna vez me ha preguntado por ello. -¿pero Diego, qué haces si aparece un tío viejo, o gordo, que no te pone? ¿Cómo eres capaz de tirártelo si no te atrae?-.

Para empezar es mi trabajo, el trabajo de prostituto parece muy sencillo pero toca bastantes materias, me gusta sentirme como un humanista del siglo XXI, pero claro, ahora no es necesario dedicarme a las matemáticas, o estudiar latín, simplemente soy un humano que se dedica a los humanos. Y el tema del placer está íntimamente ligado con la imaginación. Una puta hace creer que una ficción es real; es decir, su trabajo es hacer que el cliente crea, por un momento, que lo que quiere creer es verdad. (como bien afirmaba Satine (Nicole Kidman) en la película Moulin Rouge).

Y además de alimentar la imaginación de otro, hay que alimentar la imaginación de uno, ¿a caso no os habéis imaginado de pequeños que la verdura era algo distinto para comerla? Pues esto es lo mismo.

La historia que quiero contaros hoy habla de dos hombres. Estos se pusieron en contacto conmigo para realizar una sesión especial en su casa. La sesión no sería un menage à trois, sino que sería un cuarteto, nos acompañaría otro prostituto (no es la primera vez que trabajo con alguno de mis colegas, y siempre es útil hacerlo, ya que siempre es bueno “coger” trucos o inspiraciones de otros). A mi me pareció bien, pero me dijeron que no querían contarme nada, para que todo resultase más natural.

Así pues después de organizar la cita, el día indicado me presenté en el domicilio de mis clientes. Vestido tal y como me habían pedido, un traje negros de chaqueta, corbata, camisa y zapatos, tenía que aparentar ser un perfecto ejecutivo (no era precisamente difícil). Entré en la casa y me sirvieron un café mientras esperábamos a que llegase mi “colega”.

Este tiempo me sirvió para ir analizando a mis clientes. Eran dos hombres de avanzada edad, unos 50-60 años. Uno de ellos era completamente calvo, mientras que el otro tenía el pelo blanco y usaba gafas. De aspecto eran como los típicos abuelitos (a mi me recordaban a los mios) chaquetilla y jersey de Lacoste de los que pican, pantalones por la cintura, olor de colonia fuerte... el calvo mostraba que se había pegado una buena vida, tenía una barriga bastante pronunciada, mientras que el otro destacaba más por su delgadez y altura.

Mi compañero no tardó más de 20 minutos en llegar y según entró por la puerta me fijé en qué era lo que buscaban estos dos. En parte me hizo gracia y mi mente se fue directamente a las sentencias “Tempus fugit” y “Carpe Diem”. Dos hombres maduros y caducos, buscaba ver y probar la juventud, otra vez. Mi compañero era un chico joven, no pasaría de los 23 (tampoco pregunté), rubio, ojos azules y piel clara, vestido de zara, con un traje gris, corbata fina gris y camisa negra.

Nos presentaron (mi compañero se llamaba Carlos) y nos pidieron que les acompañásemos a otra sala, mucho mejor "acondicionada" creo que fueron sus palabras.

La sala parecía un estudio fotográfico, tenía una serie de focos, que alumbraban un par de camillas a la perfección. En frente de las camillas había una cámara de video para grabar la sesión (esto es normal, muchas personas que recurren a los trabajos de profesionales graban las sesiones como recuerdo, ya que muchas veces sólo lo hacen una vez en su vida). Tanto mi compañero como yo nos situamos delante de las camillas. Empezaron a grabar y se acercaron a nosotros.

Primero fueron a por Carlos, empezaron a besarle y acariciarle el cuerpo, y empezaron a desnudarle con toda la suavidad y delicadeza que les permitía la excitación. Cuando estuvo completamente desnudo fue mi turno. Vinieron hacia mi y mientras uno me besaba, el otro me quitaba la chaqueta e iba desabrochándome los botones de la camisa. Luego cambiaron posiciones y el que me besaba se agachó para quitarme los zapatos y los calcetines. Cuando lo hubo hecho, se incorporó y entre ambos me bajaron la bragueta del pantalón y lo dejaron caer al suelo. Empezaron entonces a acariciarme el paquete y me bajaron los bóxers deleitándose en cada centímetro de mi cuerpo que les quedaba por descubrir.

Cuando ya estábamos ambos desnudos, cada uno se fue con uno, el calvo se quedó conmigo. Se metió el dedo índice en la boca y empezó a acariciarme el pene con él, desde la punta a los testículos, jugando con ellos en su mano. Hasta que consiguió que le regalase una hermosa erección. En ese momento me pidió que me sentase en la camilla, la cuál levantó y quedó como un sillón rectangular, de debajo del sillón sacó unos apoyos para los pies y me pidió que los pusiese. En la postura en la que estaba le dejaba vía libre a mi culo y a mi polla. Sacó unas correas con las que me sujetó las piernas y se sentó entre mis piernas. Miré a Carlos y estaba en la misma postura que yo.

Mientras miraba a Carlos, el calvo empezó a lamerme el agujero del culo, con profundas y lentas lamidas, para que me fuese dilatando bien. Cuando se aburrió, empezó a meterme los dedos, al principio uno, después dos… y de repente paró de golpe, ambos hombres se levantaron y fueron  a un armario, y volvieron cada uno con una caja, la pusieron en el suelo y la abrieron. De ellas sacaron un bote de lubricante, que empezaron a ponernos en el culo. En seguida sacaron de la caja un plug al que también lubricaron y empezaron a ejercer presión en nuestros culos, hasta que cedieron y absorvieron el juguete.

Cuando estábamos los dos con el plug dentro se volvieron a levantar y empezaron a masturbarnos. Al principio suave, y cada vez más y más rápido. Hasta que entre sonoros gemidos escuché como Carlos se corría y yo hice lo propio y también me corrí.

Nos sacaron los plugs, y nos limpiaron con mucho mimo y cuidado. Después nos vistieron y nos pagaron la cantidad acordada. Y nos despedimos.

Carlos me pidió mi número de teléfono por si alguna vez necesitaba a alguien de confianza para algún trabajo (curioso que me lo pidiese porque no había cruzado palabra con él). 

Bueno, espero que os guste el relato, y siento haber estado tanto tiempo sin publicar nada, pero hay veces en las que uno está demasiado liado hasta para escribir la lista de la compra. En fin, lo siento y espero poder volver a escribiros pronto. 

Un beso

D.Lionfleur